Septiembre 2, 2015
By Anne Tschida
el Nuevo Herald
La artista y comisaria de arte cubanoamericana residente en Miami, Elizabeth Cerejido, llevó a un grupo de 7 artistas de Miami a Cuba durante la pasada Bienal de La Habana.
Este proyecto titulado ‘Diálogos en Arte Cubano’ contó con el apoyo financiero de Knight Foundation y del urbanizador y presidente ejecutivo de la compañía The Related Group, Jorge Pérez.
Este otoño, Cerejido se dispone a traer a sus homólogos artistas cubanos a Miami.
Antes de que el Presidente Obama diera a conocer la histórica apertura de las relaciones con Cuba en diciembre, Elizabeth Cerejido –artista y comisaria de arte cubanoamericana residente en Miami– había imaginado una apertura cultural propia. Después de haber visitado la isla varias veces y de haber interactuado con varios artistas, Cerejido presentó al Knight Foundation una idea para un proyecto que llevaría artistas de Miami a Cuba y traería a sus homólogos cubanos a Miami. Un mes antes del anuncio del presidente, el Knight Foundation le otorgó una beca a Cerejido para que desarrollara la idea del intercambio que se llamaría Diálogos en Arte Cubano.
Los fondos de la beca fueron pareados por Jorge Pérez, urbanizador y presidente ejecutivo de la compañía The Related Group. La distancia entre los dos países parecía reducirse rápidamente. Cerejido eligió 7 artistas cubanoamericanos que nunca antes habían visitado la isla o que habían nacido en la isla, pero que nunca habían regresado y planificó hacer el viaje en mayo.
La experiencia resultó poderosa y trascendental para muchos de los involucrados y al regresar los artistas relataron sus propias historias personales y políticas.“Desde que regresé del viaje, me siento un ser más completo, más entero”, dice Bert Rodríguez. Rodríguez es un artista conceptual de 40 años nacido en Miami, pero que reside actualmente en Los Ángeles y que participó en la Bienal del Whitney en el 2008. “Entiendo mejor y más profundamente quién soy”. También comentó que fue una experiencia artística transformadora y aunque difícil de articular, dijo que “a pesar de haber viajado tanto, como artista en la vida me había sentido tan conectado a un grupo de artistas a nivel intelectual, espiritual y emocional como con este grupo. Algo único en la manera en que estos artistas ven el mundo hizo que me sintiera muy unido a ellos –y concluyó– puedo decir que conocí a grandes creadores en el sentido más genuino de la palabra”.
Y justo esa es la experiencia que Cerejido quería que se produjera. Sabía que el intercambio podría ser doloroso y estimulante a la vez, pero para que realmente hubiera una conexión “el proceso de identificar áreas de continuidad y diferencias debía comenzar”.
Muchos de los artistas ya tenían una idea preconcebida de la vida en la isla. Algunos confirmaron esta idea, otros quedaron desmantelados. Marcos Valella, pintor de 34 años, conocía Cuba por las historias que escuchó de familiares que habían emigrado de la isla, “pero como nunca había ido, ni tenía la noción de lo que era Cuba en el 2015, la experiencia me resultó chocante. Todo me pareció más abierto, más accesible y menos dramático de lo que había imaginado”.
En el caso de la artista del performance y video, Antonia Wright, de 35 años que nació en Miami, lo que la impresionó fue “ver lo bien que el gobierno cubano maneja su propaganda”, comentó. “Cuando llegamos, almorzamos en un paladar que podía muy bien haber estado en una playa en Río de Janeiro. Nos dieron un buen menú con filete de carne, langostas, pescados enteros. Después, en el transcurso del viaje me sorprendió el nivel de vida de muchos de los artistas que conocimos. Viajaban, tenían varias casas y hacían arte político. Durante los primeros días pensé que las cosas en Cuba habían cambiado, pero después que hablé con algunos cubanos me di cuenta de que el control aún está ahí. Cuba es como un pueblo Potemkin”.
Con Rodríguez, Valella y Wright, viajaron también otros artistas, entre ellos, Leyden Rodríguez-Casanova, Manny Prieres, Juana Valdés y Rubén Millares. En este viaje relámpago en lo físico y en lo psicológico también los acompañaron Pérez y miembros del personal de la curaduría del museo. Visitaron museos, instituciones de arte y numerosos estudios de artistas en La Habana. Para Rodríguez-Casanova, un artista de 42 años, cuyo arte conceptual a menudo hace referencia a sus raíces suburbanas de Miami, el viaje resultó muy estresante al principio. “Era una mezcla de ansiedad y culpa después de escuchar todos los sufrimientos y dificultades” de su familia de Miami. La pobreza de La Habana lo aturdió, pero tuvo la oportunidad de visitar la casa donde nació, donde aún tiene familiares que siguen viviendo ahí y que lo recibieron. Eso lo conmovió más que cualquier otra cosa en su vida, según dijo. Tal y como lo comentó Wright los artistas en La Habana tienen una vida privilegiada comparada con la de sus compatriotas. El arte en Cuba sigue siendo un producto caprichoso promovido por el gobierno, pero muchos de los artistas de Miami coinciden en que los artistas de La Habana estan limitados por ese estatus. “Casi todos los trabajos que vi estaban injustificadamente enterrados en el clima político que ha plagado a ese país y a su gente durante décadas”, dice Rodríguez. “Solo algunos de los artistas, aunque casi todos son brillantes, han sido capaces de explorar otra idea fuera del contexto histórico y mover su trabajo a un diálogo más expansivo”.
La misma impresión tuvo Valella. “Definitivamente tienen menos acceso a lo que está pasando en las artes en el mundo”, dice. “Se hace mucho hincapié en el elemento sociopolítico como si todas las prácticas estuviesen conectadas a la identidad de la isla. Los trabajos se identifican como ‘Arte cubano’. Nosotros aquí en Estados Unidos tenemos la flexibilidad de separarnos del lugar donde producimos nuestra obra”.
Para Patricia García-Velez Hanna, directora artística de The Related Group la producción de arte en Cuba tiene sus propios aspectos únicos. “Es increíble lo que produce esa isla tan pequeña”, dice. “Es fuerte y variado”. Los artistas son muy elocuentes e implacables. A pesar de las limitaciones en recursos son capaces de producir y crear de manera continua y consistente.
Como parte de Diálogos en Arte Cubano,algunos de esos artistas visitarán Miami en el otoño y, al igual que los artistas de Miami, ellos también se llevarán historias sobre el arte y la vida en la Florida.
Wright articula muy bien su última impresión con estas palabras: “Hemos viajado el mundo, pero me ha tomado 35 años visitar el país donde nació mi mamá. Había tanta carga emocional que creo que me paralicé. Ahora tengo un sentido de antes y después de Cuba”.
Su pareja, Rubén Millares, de 35 años, que también nació en Miami y participó en el intercambio, ve una conexión entre las dos orillas. “Nunca pensé que el 17 de diciembre tendría un significado tan profundo para el pueblo cubano”, comenta sobre el día en que Obama anunció las nuevas medidas. “Ha resultado ser una de esas grandes fechas a las que se hace referencia constantemente y que han sido definitorias”.
Para Millares, que también es músico, su última impresión fue estar sentado en el famoso malecón de La Habana viendo la puesta del sol. “Una imagen exactamente igual a todas las fotografías que había visto durante mi vida”, dijo, “obviamente mucho más intensa porque era viva”, y sintió que era un regreso en varias dimensiones, “un redondeamiento o el final de una secuencia de un acorde muy largo”.